domingo, 24 de marzo de 2013

Nuestro fútbol está de luto


Una fecha más, como cualquier otra. Se juega un partido más, como cualquier otro. Se producen disturbios en la cancha, como cada fecha.


Esta vez le tocó a Atlético Tucumán - Rosario Central. Pero los antecedentes son cientos. Sobre todo en el último tiempo. Ya nos acostumbramos a que esto pase. Parece que vemos los partidos esperando que haya incidentes. Balas de goma, bengalas, bombas de estruendo, piedras, disturbios entre ambas parcialidades, heridos, muertos. Es cada vez más normal.

Genera impotencia ver al fútbol argentino dominado por lacras como lo son los barras. Da bronca que cada vez menos familias puedan ir a la cancha, por miedo. Nadie se hace cargo. Todo sigue igual. La mayoría de los dirigentes siguen negociando con estos mercenarios. La policía, en muchos casos, lo único que hace es empeorar las cosas. La impunidad promueve la violencia. El minuto de “piernas caídas” no despertó la más mínima conciencia. 

La imagen de hoy fue impactante y triste. Una mujer desesperada con su hija, llorando en la tribuna de Central por el caos que había en la cancha. Tiempo atrás, el futbolista Oberman había contado que su hijo le preguntó porqué no podía ir a la cancha. ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Qué mas tiene que pasar para que los responsables reacciones? ¿Es la solución jugar todos los partidos a puertas cerradas?

Pero lo más triste de todo, lo que más duele, es que lo que sucede fecha a fecha es nuestro fútbol no es más que un reflejo de cómo está la sociedad argentina. Una sociedad donde reina la intolerancia, el odio, la violencia. El cambio tiene que empezar ahora. Nuestro fútbol, desde hace tiempo, está de luto. Nuestra sociedad, también.


Por: Amelia Simondet 

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